viernes, 2 de diciembre de 2016

Cenicienta del Balón

"De las cosas menos importantes, el fútbol es la más importante." Así inicié mi entrada pasada hablando de lo significativo que Rafael Márquez es para el balompie mexicano.
Hoy, de nuevo escribo porque un balón me inspiró a hacerlo. Tristemente las líneas siguientes retratan un hecho trágico, algo que rompe la barrera del deporte para tocar todo lo humanamente posible.

Esta semana, una noticia trágica unió a los amantes del fútbol y, también a quienes no lo son.
Lunes por la noche. Mis amigos y yo hacíamos radio online. Al ordenar los temas que trataríamos, Pablo nos dio la noticia, aquella que todos en el mundo hubiésemos querido nunca recibir. "Avión que transportaba al equipo Chapecoense de Brasil, se encuentra perdido." Así iniciaba todo.

No dábamos mucho crédito a lo que pasaba. Vaya, ni conocíamos a tal equipo pero, no se trataba del balón, se trataba y aún se trata de 76 personas que habían salido de Brasil con rumbo a Colombia, buscando un sueño, una estrella en su escudo y un trofeo en sus vitrinas.

Lo terriblemente triste no fue la confirmación de lo que suponíamos mientras hablábamos al micrófono, lo realmente lamentable es el hecho de que esta tragedia sirviera para que muchos o todos, buscaran unirse en torno a una misma pasión, a una misma idea y a un sueño roto.
Lo triste es saber que en la mafia del fútbol mundial, todos se abriguen bajo el manto de la más pura acción natural del hombre, que es la emoción y tristeza que sólo la muerte causa. Porque antes de que esto ocurriera, la solidaridad en el deporte era un mito.

No critico las muestras de apoyo que en todo el mundo se dieron y que, aún hoy se dan. Critico el absurdo de que, tengamos que esperar tragedias para hacer algo que tenga impacto. Lo que sí hago, es aplaudir las más sinceras condolencias y homenajes de la gente que no está contaminada con el poder que el balón y los billetes otorgan. Aplaudo que todo el mundo se unió a la causa mediante publicaciones en redes sociales o cadenas fervientes de oración para quienes son devotos. Aplaudo que esta historia tuviera los reflectores que le crearon porque, sin esa gente que sintió el golpe justo en el pecho, seguro estoy de que Chapecoense habría desaparecido.

Gracias a ti que subiste fotos en Facebook, gracias a ti que usaste los "hashtags" en tus tuits, gracias a ti que lleno de nostalgia y al borde del llanto te expresaste diciendo que esto es mucho más que 22 hombres tras un balón. Puede que el cuadro carioca se haya perdido de este momento épico pero, nos ha heredado un ejemplo de trabajo, disciplina y necedad cuando se trata de ir por aquello que quieres.

Hoy, 76 personas, no solo jugadores, sino periodistas y gente de fútbol, nos miran desde otro lugar.

viernes, 11 de noviembre de 2016

¡Gracias, Capitán!

De las cosas menos importantes, el fútbol es la más importante. Y hoy, esta noche, la peculiar sentencia ha sido demostrada. En una de las semanas más complicadas en la globalizada historia moderna de nuestro país y, me atrevo a decir, del mundo; un balón hizo que el pueblo mexicano se refugiara en la ilusión de olvidar el trago amargo que significó el triunfo republicano en las elecciones del vecino del norte.

Si en esta entrada de los intervalos carentes de cordura que tengo, estás esperando un profundo análisis político y discursivo de lo acontecido en el 11/9, te recomiendo que sigas leyendo. No encontrarás eso pero, podrás entender de qué estoy hablando,
Cuatro décadas han pasado desde la última victoria de la Selección Nacional en un partido oficial en territorio estadounidense. Cuatro décadas en donde el cuadro representante de las barras y estrellas creció enormidades y nuestros talentos se estancaron.

En México no tenemos un ejército poderoso, ni estabilidad económica, ni un gobierno que nos represente de forma digna, ni un sentimiento de unión que nos ayude a levantarnos en momentos complicados. Tenemos corrupción en todos ámbitos, inconformidad de la clase oprimida por la bota de los poderosos, delincuencia en niveles nunca antes registrados y pensados, carencia en el nivel educativo gracias al conformismo de maestros, padres, autoridades y alumnos. Tenemos eso y mucho más; tenemos eso y peores defectos. Pero también tenemos el fútbol.

Históricamente ese deporte de conjunto ha sido el que aporta tenues satisfacciones a una sociedad que vive más de la esperanza que del trabajo. Los mexicanos vivimos de rezarle a todos los santos habidos y por haber, de exigir milagros sin pretender mover un dedo y, vivimos también de que 11 futbolistas más o menos buenos, se entreguen y busquen ganar como sea y contra quien sea. La victoria nos inyecta un pequeño envión anímico sin importar que el rival sea Brasil, Estados Unidos, Panamá o Cuba.


Y en este apartado dedicado a los futbolistas de medio pelo, es donde aparece el Titán, la Leyenda Viviente, el Eterno Káiser de Zamora, el Último Maestro de la Academia Rojinegra, el Capitán; Rafael Márquez. El muchacho que desde temprana edad lucía como una promesa interesante de nuestro fútbol pero, que seguro muy pocos pensaron llegaría a la cima del Olimpo del balón.

El hombre que dejó Michoacán para correr hacia Guadalajara, consolidarse y volar hacia tierras galas para convertirse en emperador de Mónaco y posteriormente, conquistar el mundo entero siendo parte de una de las escuadras más importantes de la historia: el Barcelona donde figuraban Puyol, Xavi, Eto'o y Ronaldihno.

En México abundan los ídolos del balón. No tanto como en Argentina, Alemania, Brasil o Italia pero, de que tenemos nuestros consentidos, los tenemos. Nombres como el de "Ego" Sánchez, Tomás Boy, Enrique Borja, Luis Hernández, "Beto" García Aspe o Jorge Campos ocupan espacios en las repisas dedicadas a esos falsos ídolos. Ahí, por encima de esos nombres, se escribe con letras doradas el de Rafa. Las piernas ya no le dan para correr, pero, ¿para qué correr si su inteligencia domina los tiempos y espacios del juego? Ya se le notan unas cuantas canas en las sienes y patillas, el cabello negro es de a poco más escaso pero, el corazón, empuje y talento se mantienen intactos. Rafa es el jugador que continúa jugando porque disfruta los retos, que juega porque sabe que pese a su veteranía, siempre puede aportar algo más, algo que ninguno de los chamacos actuales puede. ¡Muchos huevos!

Sólo puedo cerrar esta entrada con una oración: ¡No te mueras nunca, Rafa! Porque el día que tú y tu ímpetu y estirpe se vayan, se habrá ido con ellos el recuerdo vivo de quien lo ha ganado todo. Pero permanecerán en la memoria del aficionado mexicano todas las hazañas que partido a partido y mundial a mundial, nos has heredado para gozar en la perpetuidad. ¡Gracias, Capitán! Por la entrega, ejemplo y liderazgo que nunca nadie tuvo y que nunca nadie tendrá. ¡Gracias, al más grande de los mexicanos que han pateado un balón!

viernes, 16 de septiembre de 2016

Mi Retrato Mexicano.

Banderas en las calles, mercados llenos de aromas, sabores y texturas septembrinas. Sombreros de palma, charros y vaqueros; verde, blanco y rojo en todas partes y, paradójicamente, en ninguna. Eso es México, eso y toneladas más de ámbitos que son un festín y gozo cultural en nuestro territorio y fuera de él.
México es el Estadio Azteca y el Cañón del Sumidero, es el mole poblano y los "papatzules", México es lucha libre y charrería, es desierto en Sonora y selva en Chiapas. Es para quien se aventura a expresarse de forma atrevida, un continente dentro de América.

México es esa nación que heredaron las civilizaciones prehispánicas y que se enriqueció con el choque de mundos del siglo XVI. México es Teotihuacán, Palenque, Chichén Itza, Paquimé, Tajín o Xochicalco. México, mi México es colonial, moderno, tradicional... es un híbrido de todo esto y mil cosas más. Es Reforma, Porfiriato y Milagro. Somos jaguares y águilas reales; somos pulque, mezcal y tequila, somos tradición guadalupana y descendencia de la serpiente emplumada.

Somos en su mayoría guerreros. Tenaces combatientes que van de sol a sol por las calles de este glorioso país, partiéndose el alma para poder llevar frijoles y tortillas a nuestras mesas. Para poder engrandecer nuestras casas de estudios, para hacer girar el enorme rehilete que simboliza la multitudinaria vida nacional. Somos luchadores sin máscara que labran la tierra, pican piedra y barren calles, que enseñan lo increíble de este mundo en escuelas urbanas y rurales.

Somos el "Cielito Lindo" y "La Canción del Mariachi", somos "La Marcha de Zacatecas" y "El Jarabe Tapatío". Somos Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Octavio Paz y Alejandro González Iñárritu. Somos murales, canciones, literatura y cine. Somos arte y cultura popular.
Mi México es y tiene de todo.

No somos la ineptitud de nuestros "líderes". Tampoco somos la falta de escrúpulos de aquellos políticos de pacotilla que sangran a toda una nación. No somos la corrupción de quienes tienen las riendas de este majestuoso territorio sacro. Sí, convivimos con todo esto y cosas peores, pero seguro estoy de que la inmensa mayoría somos diferentes a aquellos compatriotas que dan mordidas, que se pasan las luces rojas del semáforo, que tiran basura en las calles, que maltratan a los animales... la gran mayoría somos muy diferentes a esos compatriotas que le ponen el pie al prójimo, que se enajenan con Chespirito o las malas telenovelas. Somos diferentes a los compatriotas que entregan su dignidad a cambio de míseros 200 pesos para vitorear a un asno en un número circense de espantosa calidad.

No somos algo de lo anterior citado, porque la inmensa mayoría no tiene una venda en los ojos, porque la ciudadanía no cree en ese séquito asqueroso que hace y deshace a su manera y pretende "taparle el ojo al macho". No creemos en bocones que te saludan fervientemente mientras requieren nuestro voto, porque sabemos que esos sujetos se olvidan del pueblo en cuanto llegan a donde quieren. No creemos en promesas vacías, ni en discursos de cuarta ni en "días soleados" como los que mencionaba Zabludovsky.

No, mi México y su gente ya no es la que se mantenía sumisa y dejaba que la mano negra del estado nos acariciara las cabezas como si fuésemos cachorros amaestrados. Mi México y su gente ahora clama por los daños de dictaduras previas, maquilladas con una farsa de democracia. Mi México es maduro y está cansado de que se nos quiera ver la cara con informes de gobierno ridículos ó con reformas políticas pensadas por un asno, Mi nación ya no es aquella que sangraba y veía desvanecer su vida, porque hoy, aún heridos, nos ponemos de pie y peleamos en las aulas, en las calles, en los empleos y en todos lugares contra la podrida sombra de un gobierno corrupto, embustero y cínico.

Compatriotas, queridos lectores, seamos el cambio que ansiamos, seamos el rostro que queremos que nuestra nación exhiba ante el mundo. Seamos justicia, trabajo, lealtad, respeto, honestidad, coraje y solidaridad. Seamos la lluvia que calme la sequía, seamos el sol de un nuevo día. Hermanos mexicanos, seamos la semilla de lo que nuestra descendencia habrá de cosechar. Seamos letras doradas en el libro de la historia nacional. Seamos la paz del Arcángel divino, porque en el cielo nuestro eterno destino, por el dedo de Dios se reescribió...


jueves, 8 de septiembre de 2016

El Último Domingo en la FUL.



Domingo lluvioso en una ciudad que además de bella y airosa, se encontraba bañada en libros con la vigésima novena edición de la Feria Universitaria del Libro de nuestra máxima Casa de estudios. El evento en turno, la presentación literaria de un reconocido periodista de investigación, Loret de Mola su apellido, Rafael su nombre.

La sala Josefina Quintanar la encargada de acoger a tan peculiar personaje, ligeramente encorvado pero con un espíritu y un humor que ya desearía cualquier universitario veinteañero. Con cerca de 120 personas totalmente atentas a cada movimiento del Señor Loret, el evento se fue desarrollando.

Miradas fijas y mentes seguramente reflexivas se unieron al grito enérgico que manejó en su discurso entero el invitado especial. Mas allá de las comparaciones entre Andrés Manuel López Obrador y Salinas de Gortari, más allá de las demandas en contra de Margarita Zavala, más allá de los comentarios tan incisivos sobre la muy brillante toma de decisiones de Peña Nieto; la gente admiró el ímpetu con que Rafael se expresó de todo lo que en este país estaba mal y de malas. Se expresó en contra de la ineptitud de las autoridades y en contra de todo lo que nos parece repulsivo pero no nos deja levantarnos. Al grito de "MUERA EL MAL GOBIERNO" fue como decidió cerrar su presentación y responder una serie de preguntas de mexicanos, hidalguenses y ciudadanos que exhibieron el nerviosismo de estar frente a una figura de la envergadura del Señor Loret de Mola.


"Los jóvenes ya despertaron" Inmortales palabras que resonaron en ese auditorio y que además resonaron en los corazones combatientes de quienes hacen una lucha propia en las calles, los medios, las aulas, las mentes y el día a día. No fue un domingo cualquiera, no fue un domingo de clausura en esta Feria Universitaria del Libro... Fue un domingo en donde 120 personas lideradas por un periodista y por un ideal de expresión libre, decidieron dar un paso adelante hacia el cambio político y social que el país necesita.

sábado, 27 de agosto de 2016

Contradicciones.

Semana extraña, semana llena de ciertos eventos cuya congruencia deja un mundo de pensamientos turbios y otros claros y frescos como el agua de un manantial.
Semana de "Feria Universitaria del Libro" en mi Casa de Estudios y llegó la hora de nombrar al Sr. José María Aznar, ex presidente del Gobierno Español, con un doctorado honoris causa, por su trayectoria académica. O al menos eso argumentó nuestro Rector.

Yo me cuestiono, ¿por qué elegirlo a él? ¿tan basta es realmente su trayectoria académica? Probablemente no tiene que ver con lo largo del tramo recorrido, sino con los pasos que pudo haber dado, es lo único lógico que encontraría en esa investidura. Lo demás, es bien conocido por todos; el perfil político de Aznar es en extremo cuestionado luego de acusaciones por violentar los derechos humanos en su patria, el tema del financiamiento de grupos opositores en latinoamérica y, la más polémica, apoyar la invasión a Irak en el año 2003. Peculiar perfil. Contradictorio que una universidad pública honre a quienes poseen una mancha tan grande como la de nuestro nuevo Doctor. ¿No debe una institución como esta, mi Universidad, buscar la llama de las virtudes en un abismo lleno de falsedades y dudas? O, ¿se tratará acaso de una de esas jugadas políticas que mi alma mater tiende a hacer de vez en cuando?

Y continuando con el tema de la Autónoma, se nos extendió la invitación a luchar y defender por lo que "a todos nos corresponde". Por nuestros colores y derechos como universitarios. Se nos invitó a marchar en nuestra pequeña ciudad con el fin de exigir al Gobierno Estatal un pago por la nada despreciable cantidad de 360 y pico de millones de pesos. Paradójico.

Paradójico resulta que, hoy se nos invite a marchar (aunque en horas recientes se ha manejado que este evento ya no tendrá lugar, luego del pago de cierto porcentaje por parte de la administración de Paco Olvera) cuando en su momento alumnos y catedráticos de esta Universidad quisieron hacerlo y, la respuesta de las altas esferas (además de cerrar con llave los institutos) fue: "la lucha se hace en las aulas", "una marcha no arreglará algo". ¡Vaya conflicto! ¿Por qué hoy se nos pide sumarnos a la lucha que al final del día, vela por los intereses de una minoría? ¿Por qué no marchan quienes perdieron en el toma y daca político los meses pasados? ¿Por qué involucrarnos a nosotros los universitarios cuando ni vela tenemos en el entierro? Pobres, pobres garzacamaradas que han decidido pelear con armas de madera, por la causa de quienes visten oro y gemas.

¡Qué semana tan peculiar hemos presenciado! No me sentía tan confundido desde la última ocasión que mezclé vodka con cerveza. Seguro, muy seguro estoy de que en aquella ocasión, la previa confusión me resultó placentera. Hoy, el tema inmenso de las paradojas me causa mucho, todo; salvo placer. Me falta mucho arraigo hacia la Casa que me ha dado tres años maravillosos, pero la carencia del mismo -el arraigo- no me exime de pronunciarme contra lo que me parece absurdo, molesto y, terriblemente contradictorio.


sábado, 13 de agosto de 2016

Poseidón.



La mitología Griega nos heredó la historia del Dios de los Mares. El protector de Tebas y Corinto, el encargado de agitar la marea con su tridente y de calmar las aguas si los mortales le rogaban,

Yo no viví en la época de la "Magna Grecia" que contaba historias sobre el amo de los mares. Pero tengo la fortuna de vivir y de haber presenciado la "segunda venida de Poseidón". Ya no es un griego puro, ahora el Dios de las Aguas tomó forma mortal y se adueñó del cuerpo de un muchacho de Baltimore. Un muchacho que para no escuchar a sus padres discutir, se refugiaba en uno de sus mayores miedos: las albercas. Y así, es como resurgió la mítica leyenda de Poseidón.

El deporte es uno de los campos más fértiles para poder narrar historias. Está lleno de semillas que aparecen de la nada y crecen y crecen para heredarnos los mejores frutos de vida que podamos degustar. El deporte nos ha bendecido con este Dios del Olimpo moderno.

El hombre cuyos brazos extendidos son más largos que la distancia de sus pies a la cabeza, el hombre que nació para vivir en el agua, el hombre que con sólo quince años de edad ya atraía las miradas de los curiosos que preguntaban ¿quién es ese niño? Ese hombre es ni más ni menos que el más grande atleta de la historia del Olimpismo.

Cuando en 2004 lo vi en mis plenas facultades, nunca creí que "la bala de Baltimore" pudiera hacerle frente al hábil y tremendo Ian Thorpe. Y entonces lo hizo. Michael Phelps dominó de cabo a rabo el evento que, volvió a sus raíces helénicas, las Olimpiadas volvían a Grecia luego de muchos años y hazanas alrededor del mundo. Phelps con 19 años ganaba todo, aún con eso, no emitía más que una simple mueca cuando le colgaban medalla tras medalla.

Llegó el 2008. Todos hablaban de un tal Mark Spitz y sus siete metales dorados. Todos decían que superar esa marca sería imposible. Y entonces apareció él. Y entonces, nos regaló uno de los momentos más memorables en la historia de la natación y el deporte. Ganó ocho medallas doradas, sí. Rompió la marca de Spitz, también. Pero en adición a todo esto, mostró una ambición por conquistar cada prueba que, me hizo recordar lo ambicioso que en su momento otro semidiós fue; el Magno Alejandro.

2012 marcaba un regreso que nos hacía especular sobre las facultades del nuevo Poseidón. Nadie creía que "el tiburón de Maryland" fuese el mismo que cuatro años antes arrolló las competencias en el Cubo de Agua de Beijing. Y de nuevo, con todos en contra, contra todas las dudas y suposiciones, saltó al agua para ganar -de nuevo- la medalla de Oro en la competencia para la que nació; los 100 metros estilo mariposa. En aquél evento, Phelps se convirtió en el atleta más laureado en la historia, superando a la soviética Larisa Latynina. No quedaba algo más por demostrar. Era muy obvio que ese niño de peculiares orejas y tímida sonrisa, era ya un "punto y aparte" en las referencias deportivas. O eso creíamos.

2016. Brasil. Misma historia. Phelps dejaba más dudas que certezas. Nos reabrió los ojos ante su majestuosidad. 6 medallas totales, dominó una vez más la prueba que ganó en tres ediciones pasadas y, con esto, hizo algo que sólo un atleta griego consiguió hace más de dos milenios. Leónidas de Rodas seguro sonreía desde su trono en el Palacio Olímpico, al ver a "el fenómeno" ser tetra campeón en los 100 metros estilo mariposa.

Hoy, hace casi dos horas, he visto la última carrera del legendario Michael. Hoy ha dicho adiós el más laureado, el más grande, el más admirado y odiado en la alberca... Ha dicho adiós el niño que sufrió el divorcio de sus padres y que, ante esto, se lanzó al agua para sanar sus heridas. Se va en la cima, como sólo los grandes se van. No volveremos a verlo salir con su bata y sus característicos audífonos. No volveremos a ver su extensa brazada y esa patada de flecha que nadie salvo él hacía.

Me siento en extremo dichoso por ver a través de mi televisión cada prueba, cada medalla, cada ocasión que hizo sonar el himno de su patria. En la vida sólo hay una pequeña posibilidad de ver a los Jordan, los Pelé, los Alí, las Comaneci, las Williams, los Montana o los Jeter. Yo soy parte de esa generación privilegiada que podrá narrar más historias sobre el chico quinceañero que dominó las albercas como Poseidón lo hizo en los mares. Del hombre que le rompió los récords impensables a Spitz y Latynina y, que de forma aún más increíble, rompió un récord que se remontaba al año 152 antes de la era Cristiana. Ese hombre es el que sin ser muy expresivo nos regaló las emociones más grandes que los deportes pueden regalar. Ese hombre es una leyenda viviente, aunque en lo personal, prefiero verlo como "el Poseidón" de Baltimore, que terminó por reinar en cada alberca en la que se zambulló. Prefiero verlo como un ser irrepetible, de aquellos que son monstruosos en la competencia, pero serenos en la vida. De aquellos que llegan una vez y, triste y afortunadamente, no vuelven.

¡Gracias, deporte! ¡Gracias, natación! ¡Gracias, Michael Phelps!

miércoles, 10 de agosto de 2016

El Lugar Llamado Hogar.

Siempre que llegan las vacaciones me doy la oportunidad de volver a mi hogar. El paradisíaco pueblito en donde pasé mi infancia y parte de mi juventud. El lugar que me acogió y que me mostró el primer rayo de luz vespertina el día de mi alumbramiento.

Me rodeo de ocotes, pinos y toda clase de árboles que, aún hoy no logro identificar o nombrar de forma precisa. El canto del pájaro cenzontle acompaña las tardes cercanas a las lagunas que a principios del siglo pasado fueron la revolucionaria solución que dio energía eléctrica a la urbe más importante de nuestra patria. Las cuatro estaciones dejan de ser una perfecta composición de Vivaldi para convertirse en la realidad climática que cobija a la Sierra Norte poblana. Tibio calor por la mañana, al salir el Astro Rey. Sofocantes rayos solares en punto del mediodía y una ligera ventisca fría que adorna las tardes y parte de las noches. Esas son mis cuatro estaciones, todas en veinticuatro horas; todas llenando de un peculiar ambiente mi hogar.

Disfruto las caminatas por las calles sencillas y poco concurridas a pie, disfruto del sabor del pan y los colores llamativos que encuentro en sus mercados y plazas. Disfruto y presto singular atención a las fluidas conversaciones en "mexicano" que tienen los hermanos indígenas. Disfruto tanto de mi hogar en la Sierra Norte Poblana que, hoy me duele saber que todo se perdió.

La tormenta "Earl" arrasó con todos los años de trabajo de los grupos más aislados en las comunidades más desoladas. Esos lugares en días pasados conocieron la fuerza de la verdadera Deidad que gobierna con mano justa en el mundo: la naturaleza. Ni vírgenes ni santos, ni Dios mismo pueden frenar una acción que en fuerza y complejidad los supera y, si Dios la envió entonces, se propasó con quienes de forma ciega le adoran y ruegan por salir del limbo que los envuelve.

Hoy finalmente el Sr. Moreno Valle supo de la existencia de estas comunidades, cuando a lo largo de su triste mandato sólo derrochó dinero de los contribuyentes para "modernizar" y hacer de la capital del estado una "sofisticada" urbe de estilo cosmopolita. Hoy las autoridades estatales giran sus cabezas hacia quienes han sido el blanco de desprecios y burlas por parte de quienes creen que las comodidades monetarias pueden más que el trabajo en el campo y el sudor recorriendo el músculo luego de una jornada que deja exhaustos hasta a los más fuertes.

Ese es mi hogar, adornado con flores y cielos nubosos pero profundamente hermosos de norte a sur y de este a oeste. Ese es mi hogar y esa es mi gente, orgullosa representante de la lucha que nuestros pueblos oprimidos han representado y llevado al infierno mismo, contra toda inclemencia natural, celestial y "humana" de aves de rapiña que con trajes y corbatas saludan con un hipócrita apretón de manos a quienes les entregarán su soberanía, para que los representen y jodan más de lo que otros ya lo han hecho.

Estoy orgulloso de mi origen poblano, de mis ancestros y del esfuerzo que mis familiares han hecho por salir adelante luego de tantos obstáculos. Estoy orgulloso de todo esto, pero me causa rabia y frustración tener que narrar en lugar de actuar. Me duele que mi hogar sea golpeado y maltratado, no por "Earl", sino por los prepotentes que se han aparecido fingiendo preocupación cuando nunca en su vida han mostrado interés real por esas comunidades (y muchas otras) que son en extremo heridas.

Hoy, lo que más me duele es el triste hecho de que la gente en condiciones más vulnerables sea la que más sufre, la que paga por la furia natural que el hombre moderno alimenta día a día. Hoy, me duele saber que mientras su servidor escribe, allá, en mi hogar; en mi Sierra Norte Poblana, hay personas que han pasado a dormir esperando frenar esta tortuosa vida terrenal arrebatada por la mano invisible de la negligencia de un sistema gubernamental.

"Fiat iustitia et pereat mundus".

viernes, 5 de agosto de 2016

Día Cero: Crónicas de un Aspirante.

Se cerró una semana, la primera semana. El famoso "Día Cero" del resto de mis días, por lo menos durante los próximos 15 meses, por lo menos mientras me mantengo en el espacio en el que me encuentro ahora. Entre cuestionarios y presentaciones con nuevos colegas han transcurrido ya unos breves destellos que me dan indicios acerca de la futura pasión mía; el periodismo. O al menos eso espero.

¿Qué es el periodismo? ¿Cuál es la labor del periodista? ¿Por qué he elegido esa vida? Determinismo puro, como recién lo aprendí en una de mis clases. ¿Por qué asignarle causas a algo que tal vez no las tiene? ¿Por qué creer que mis días se acortarán por el mero hecho de mi futura profesión? ¿Por qué los porqués?

Desde que elegí este camino, por allá del invierno de 2012, visualicé que la historia sería distinta para mí. No la historia que leemos o la historia que yo creo, sino la historia que veo, que percibo. Un periodista cumple con una función más profunda que la que se le asigna en el pensamiento colectivo. Mi futuro ejercicio traspasará las funciones informativas para ser la vía en que narre hechos cual cuenta cuentos, habré pues de refugiarme en mis pasatiempos líricos para darle un sello a todo cuando describa a la comunidad.

Puede que para ustedes, lectores queridos, este sea el sueño de mi consciente y hasta cierto grado, puede que esta sea una de esas utopías que construyo pero, el primer resplandor matutino define mucho del resto del día por vivir. Y ha sido así, pues el primer acercamiento que he tenido me llenó de convicción y ambición positiva de cara a los retos que me inundarán y que seguro estoy, a mis colegas también.

El cobijo diurno de los horarios semanales puede que agote la energía del músculo, pero será irónicamente el alimento del espíritu. Y es que, el periodismo a partir de hoy deja de ser un "área de énfasis" y se torna en mi digna labor de sustento, mutará con la mera intención de que cumpla lo que en su momento eran bizarros sueños y hoy son claros objetivos que prontamente y, con el favor de la Divinidad, he de cumplir.

Que toda esta serie de pasiones se torne en razones y, más importante aún, que estas razones me acompañen en mi presente y futuro cercano, y lejano. Hasta la próxima entrada.

martes, 2 de agosto de 2016

Antes del Día Cero.

Las vacaciones son para muchos una forma de salir de casa, preparar las maletas y viajar a lugares que lucen paradisíacos o simplemente, que no están al alcance de la rutina.
Para quien les escribe, eso no representan las vacaciones.
Ese descanso me parece lo más fugaz y cruel que un sistema puede hacerle a un humano como yo. Es obvio que todos merecemos ese tiempo de esparcimiento pero, cuando no gozas de la fortuna que un viaje representa, cuando no gozas de la fortuna que una plataforma como "Netflix" entrega, el verano se vuelve muy tedioso.

Tuve pues, que recurrir a lo que en su  momento me inculcó mi Madre: leer, pensar, parecer normal sin precisamente serlo. Y fue en ese tortuoso periodo que retomé un sendero olvidado entre consolas de videojuegos y programación basura de la televisión. ¡Había olvidado ya lo confortante que me resultaba sumergirme en ese espacio de papel y tinta!

No voy a salir con la patraña absurda de que soy un vivaz y fiero lector pero, creo que si puedo "jactarme" de cuánto disfruto el aroma de un texto que me logra seducir por sus puntos y comas, por sus tildes o tipografía; por lo que inyectan en nuestra mente y espíritu. Es esa la mortal pero amada sensación que tienen las letras que narran historias, al menos para su servidor.

He escuchado en múltiples ocasiones que, quienes escriben mueren de hambre y viven sólo de dramas, tinta e historias inventadas pero, hoy asumo que quienes escriben en realidad viven de emociones, de fantasía, de sueños y pesadillas macabras. Hoy concluyo que, quienes escriben están más vivos que quienes sólo existen, y que las historias que nos comparten, tienen tanta vida como las ardientes mentes y manos que las crean.

Así inició mi aventura, la nueva ruta que me ha traído de la mano de historias y palabras nuevas a este espacio, uno en donde la cordura no nos atará, uno en donde los intervalos racionales puede que no existan más.

Un error en la matrix. Vol. I

 ¿El día? Puede ser cualquiera, digamos que en esta ocasión el calendario marcaba un martes. La tarde era tibia, sin muchos reflectores más ...