martes, 10 de enero de 2017

No Quiero Escribir Esta Noche. Parte Uno.

Algo pasa recientemente. Suelo compartir en este espacio pensamientos referentes a mi entorno, desde los sabores picantes de Septiembre hasta la caída de un avión que mandó a un equipo de fútbol directo al Olimpo. Algo pasa y es que, pocas veces siento unas tristes ganas de mantenerme lejano de las letras, la narrativa, la descripción o la crónica. Algo pasa y desconozco lo que es, pero estoy seguro de que tiene que terminar junto con la terminación de mi periodo vacacional.

Este blog fue creado para retratar mediante palabras con un estilo periodístico cuestiones cotidianas que me parecieran extraordinarias, pero el último mes todo lo cotidiano me ha parecido más ordinario que un embotellamiento en algún lugar de la megalópolis o, más ordinario que los programas basura en la televisión abierta mexicana.
Cuando inicié este proyecto sabía que tendría muchos intervalos de tiempo carentes de la común lucidez de quien no ve mas allá de lo superficial y, entendiendo que las historias profundas y bellas se encuentran en el interior del todo -como en el caso de la belleza humana-, decidí darles una esencia, un sabor, un color y hasta un aliento propios.

Hoy me centro en mí. Hoy soy egoísta como muchos allá afuera dicen. Hoy, no les narro mi travesía por las festividades invernales llenas del dulzor del ponche abrumando la fragancia muerta de las frutas luego de hervir, ni del eterno tormento del recalentado de pavo a la naranja y la pierna en adobo con almendras. Tampoco les pienso platicar sobre el caos que mis chachorros representaron cuando en las tardes de paseo, se peleaban por una ramita o una de esas piñas nacidas de un árbol viejo pero majestuoso. No les pienso contar tampoco lo bello que fue el reencuentro con tres de mis leales drugos mientras compartíamos una fría bebida de cebada, malta y maíz sólo para rematar minutos después con una mezcla de distintos embutidos sobre nuestra pizza.

Hoy, no les hablaré de esa primer semana que tuve que vivir para recordar que aún existía un aliento tibio en mi boca, y sangre dando vueltas por mis venas luego de días grises por más radiante que el Sol fuera. No pienso darles detalles de los calurosos días sentado en la banca de la casa mientras veía lo autos pasar deseando que alguno de ellos tuviera el mismo destino que mi mente dibujaba. Hoy, me siento cansado y poco motivado para escribir, así que sin más, les dejaré mi saludo final, advirtiéndoles que es un final que tendrá continuación en otro momento. Sepan pues que la próxima noche que lean algo aquí, habrá surgido de mi falta de ganas por volver a escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un error en la matrix. Vol. I

 ¿El día? Puede ser cualquiera, digamos que en esta ocasión el calendario marcaba un martes. La tarde era tibia, sin muchos reflectores más ...