sábado, 27 de agosto de 2016

Contradicciones.

Semana extraña, semana llena de ciertos eventos cuya congruencia deja un mundo de pensamientos turbios y otros claros y frescos como el agua de un manantial.
Semana de "Feria Universitaria del Libro" en mi Casa de Estudios y llegó la hora de nombrar al Sr. José María Aznar, ex presidente del Gobierno Español, con un doctorado honoris causa, por su trayectoria académica. O al menos eso argumentó nuestro Rector.

Yo me cuestiono, ¿por qué elegirlo a él? ¿tan basta es realmente su trayectoria académica? Probablemente no tiene que ver con lo largo del tramo recorrido, sino con los pasos que pudo haber dado, es lo único lógico que encontraría en esa investidura. Lo demás, es bien conocido por todos; el perfil político de Aznar es en extremo cuestionado luego de acusaciones por violentar los derechos humanos en su patria, el tema del financiamiento de grupos opositores en latinoamérica y, la más polémica, apoyar la invasión a Irak en el año 2003. Peculiar perfil. Contradictorio que una universidad pública honre a quienes poseen una mancha tan grande como la de nuestro nuevo Doctor. ¿No debe una institución como esta, mi Universidad, buscar la llama de las virtudes en un abismo lleno de falsedades y dudas? O, ¿se tratará acaso de una de esas jugadas políticas que mi alma mater tiende a hacer de vez en cuando?

Y continuando con el tema de la Autónoma, se nos extendió la invitación a luchar y defender por lo que "a todos nos corresponde". Por nuestros colores y derechos como universitarios. Se nos invitó a marchar en nuestra pequeña ciudad con el fin de exigir al Gobierno Estatal un pago por la nada despreciable cantidad de 360 y pico de millones de pesos. Paradójico.

Paradójico resulta que, hoy se nos invite a marchar (aunque en horas recientes se ha manejado que este evento ya no tendrá lugar, luego del pago de cierto porcentaje por parte de la administración de Paco Olvera) cuando en su momento alumnos y catedráticos de esta Universidad quisieron hacerlo y, la respuesta de las altas esferas (además de cerrar con llave los institutos) fue: "la lucha se hace en las aulas", "una marcha no arreglará algo". ¡Vaya conflicto! ¿Por qué hoy se nos pide sumarnos a la lucha que al final del día, vela por los intereses de una minoría? ¿Por qué no marchan quienes perdieron en el toma y daca político los meses pasados? ¿Por qué involucrarnos a nosotros los universitarios cuando ni vela tenemos en el entierro? Pobres, pobres garzacamaradas que han decidido pelear con armas de madera, por la causa de quienes visten oro y gemas.

¡Qué semana tan peculiar hemos presenciado! No me sentía tan confundido desde la última ocasión que mezclé vodka con cerveza. Seguro, muy seguro estoy de que en aquella ocasión, la previa confusión me resultó placentera. Hoy, el tema inmenso de las paradojas me causa mucho, todo; salvo placer. Me falta mucho arraigo hacia la Casa que me ha dado tres años maravillosos, pero la carencia del mismo -el arraigo- no me exime de pronunciarme contra lo que me parece absurdo, molesto y, terriblemente contradictorio.


sábado, 13 de agosto de 2016

Poseidón.



La mitología Griega nos heredó la historia del Dios de los Mares. El protector de Tebas y Corinto, el encargado de agitar la marea con su tridente y de calmar las aguas si los mortales le rogaban,

Yo no viví en la época de la "Magna Grecia" que contaba historias sobre el amo de los mares. Pero tengo la fortuna de vivir y de haber presenciado la "segunda venida de Poseidón". Ya no es un griego puro, ahora el Dios de las Aguas tomó forma mortal y se adueñó del cuerpo de un muchacho de Baltimore. Un muchacho que para no escuchar a sus padres discutir, se refugiaba en uno de sus mayores miedos: las albercas. Y así, es como resurgió la mítica leyenda de Poseidón.

El deporte es uno de los campos más fértiles para poder narrar historias. Está lleno de semillas que aparecen de la nada y crecen y crecen para heredarnos los mejores frutos de vida que podamos degustar. El deporte nos ha bendecido con este Dios del Olimpo moderno.

El hombre cuyos brazos extendidos son más largos que la distancia de sus pies a la cabeza, el hombre que nació para vivir en el agua, el hombre que con sólo quince años de edad ya atraía las miradas de los curiosos que preguntaban ¿quién es ese niño? Ese hombre es ni más ni menos que el más grande atleta de la historia del Olimpismo.

Cuando en 2004 lo vi en mis plenas facultades, nunca creí que "la bala de Baltimore" pudiera hacerle frente al hábil y tremendo Ian Thorpe. Y entonces lo hizo. Michael Phelps dominó de cabo a rabo el evento que, volvió a sus raíces helénicas, las Olimpiadas volvían a Grecia luego de muchos años y hazanas alrededor del mundo. Phelps con 19 años ganaba todo, aún con eso, no emitía más que una simple mueca cuando le colgaban medalla tras medalla.

Llegó el 2008. Todos hablaban de un tal Mark Spitz y sus siete metales dorados. Todos decían que superar esa marca sería imposible. Y entonces apareció él. Y entonces, nos regaló uno de los momentos más memorables en la historia de la natación y el deporte. Ganó ocho medallas doradas, sí. Rompió la marca de Spitz, también. Pero en adición a todo esto, mostró una ambición por conquistar cada prueba que, me hizo recordar lo ambicioso que en su momento otro semidiós fue; el Magno Alejandro.

2012 marcaba un regreso que nos hacía especular sobre las facultades del nuevo Poseidón. Nadie creía que "el tiburón de Maryland" fuese el mismo que cuatro años antes arrolló las competencias en el Cubo de Agua de Beijing. Y de nuevo, con todos en contra, contra todas las dudas y suposiciones, saltó al agua para ganar -de nuevo- la medalla de Oro en la competencia para la que nació; los 100 metros estilo mariposa. En aquél evento, Phelps se convirtió en el atleta más laureado en la historia, superando a la soviética Larisa Latynina. No quedaba algo más por demostrar. Era muy obvio que ese niño de peculiares orejas y tímida sonrisa, era ya un "punto y aparte" en las referencias deportivas. O eso creíamos.

2016. Brasil. Misma historia. Phelps dejaba más dudas que certezas. Nos reabrió los ojos ante su majestuosidad. 6 medallas totales, dominó una vez más la prueba que ganó en tres ediciones pasadas y, con esto, hizo algo que sólo un atleta griego consiguió hace más de dos milenios. Leónidas de Rodas seguro sonreía desde su trono en el Palacio Olímpico, al ver a "el fenómeno" ser tetra campeón en los 100 metros estilo mariposa.

Hoy, hace casi dos horas, he visto la última carrera del legendario Michael. Hoy ha dicho adiós el más laureado, el más grande, el más admirado y odiado en la alberca... Ha dicho adiós el niño que sufrió el divorcio de sus padres y que, ante esto, se lanzó al agua para sanar sus heridas. Se va en la cima, como sólo los grandes se van. No volveremos a verlo salir con su bata y sus característicos audífonos. No volveremos a ver su extensa brazada y esa patada de flecha que nadie salvo él hacía.

Me siento en extremo dichoso por ver a través de mi televisión cada prueba, cada medalla, cada ocasión que hizo sonar el himno de su patria. En la vida sólo hay una pequeña posibilidad de ver a los Jordan, los Pelé, los Alí, las Comaneci, las Williams, los Montana o los Jeter. Yo soy parte de esa generación privilegiada que podrá narrar más historias sobre el chico quinceañero que dominó las albercas como Poseidón lo hizo en los mares. Del hombre que le rompió los récords impensables a Spitz y Latynina y, que de forma aún más increíble, rompió un récord que se remontaba al año 152 antes de la era Cristiana. Ese hombre es el que sin ser muy expresivo nos regaló las emociones más grandes que los deportes pueden regalar. Ese hombre es una leyenda viviente, aunque en lo personal, prefiero verlo como "el Poseidón" de Baltimore, que terminó por reinar en cada alberca en la que se zambulló. Prefiero verlo como un ser irrepetible, de aquellos que son monstruosos en la competencia, pero serenos en la vida. De aquellos que llegan una vez y, triste y afortunadamente, no vuelven.

¡Gracias, deporte! ¡Gracias, natación! ¡Gracias, Michael Phelps!

miércoles, 10 de agosto de 2016

El Lugar Llamado Hogar.

Siempre que llegan las vacaciones me doy la oportunidad de volver a mi hogar. El paradisíaco pueblito en donde pasé mi infancia y parte de mi juventud. El lugar que me acogió y que me mostró el primer rayo de luz vespertina el día de mi alumbramiento.

Me rodeo de ocotes, pinos y toda clase de árboles que, aún hoy no logro identificar o nombrar de forma precisa. El canto del pájaro cenzontle acompaña las tardes cercanas a las lagunas que a principios del siglo pasado fueron la revolucionaria solución que dio energía eléctrica a la urbe más importante de nuestra patria. Las cuatro estaciones dejan de ser una perfecta composición de Vivaldi para convertirse en la realidad climática que cobija a la Sierra Norte poblana. Tibio calor por la mañana, al salir el Astro Rey. Sofocantes rayos solares en punto del mediodía y una ligera ventisca fría que adorna las tardes y parte de las noches. Esas son mis cuatro estaciones, todas en veinticuatro horas; todas llenando de un peculiar ambiente mi hogar.

Disfruto las caminatas por las calles sencillas y poco concurridas a pie, disfruto del sabor del pan y los colores llamativos que encuentro en sus mercados y plazas. Disfruto y presto singular atención a las fluidas conversaciones en "mexicano" que tienen los hermanos indígenas. Disfruto tanto de mi hogar en la Sierra Norte Poblana que, hoy me duele saber que todo se perdió.

La tormenta "Earl" arrasó con todos los años de trabajo de los grupos más aislados en las comunidades más desoladas. Esos lugares en días pasados conocieron la fuerza de la verdadera Deidad que gobierna con mano justa en el mundo: la naturaleza. Ni vírgenes ni santos, ni Dios mismo pueden frenar una acción que en fuerza y complejidad los supera y, si Dios la envió entonces, se propasó con quienes de forma ciega le adoran y ruegan por salir del limbo que los envuelve.

Hoy finalmente el Sr. Moreno Valle supo de la existencia de estas comunidades, cuando a lo largo de su triste mandato sólo derrochó dinero de los contribuyentes para "modernizar" y hacer de la capital del estado una "sofisticada" urbe de estilo cosmopolita. Hoy las autoridades estatales giran sus cabezas hacia quienes han sido el blanco de desprecios y burlas por parte de quienes creen que las comodidades monetarias pueden más que el trabajo en el campo y el sudor recorriendo el músculo luego de una jornada que deja exhaustos hasta a los más fuertes.

Ese es mi hogar, adornado con flores y cielos nubosos pero profundamente hermosos de norte a sur y de este a oeste. Ese es mi hogar y esa es mi gente, orgullosa representante de la lucha que nuestros pueblos oprimidos han representado y llevado al infierno mismo, contra toda inclemencia natural, celestial y "humana" de aves de rapiña que con trajes y corbatas saludan con un hipócrita apretón de manos a quienes les entregarán su soberanía, para que los representen y jodan más de lo que otros ya lo han hecho.

Estoy orgulloso de mi origen poblano, de mis ancestros y del esfuerzo que mis familiares han hecho por salir adelante luego de tantos obstáculos. Estoy orgulloso de todo esto, pero me causa rabia y frustración tener que narrar en lugar de actuar. Me duele que mi hogar sea golpeado y maltratado, no por "Earl", sino por los prepotentes que se han aparecido fingiendo preocupación cuando nunca en su vida han mostrado interés real por esas comunidades (y muchas otras) que son en extremo heridas.

Hoy, lo que más me duele es el triste hecho de que la gente en condiciones más vulnerables sea la que más sufre, la que paga por la furia natural que el hombre moderno alimenta día a día. Hoy, me duele saber que mientras su servidor escribe, allá, en mi hogar; en mi Sierra Norte Poblana, hay personas que han pasado a dormir esperando frenar esta tortuosa vida terrenal arrebatada por la mano invisible de la negligencia de un sistema gubernamental.

"Fiat iustitia et pereat mundus".

viernes, 5 de agosto de 2016

Día Cero: Crónicas de un Aspirante.

Se cerró una semana, la primera semana. El famoso "Día Cero" del resto de mis días, por lo menos durante los próximos 15 meses, por lo menos mientras me mantengo en el espacio en el que me encuentro ahora. Entre cuestionarios y presentaciones con nuevos colegas han transcurrido ya unos breves destellos que me dan indicios acerca de la futura pasión mía; el periodismo. O al menos eso espero.

¿Qué es el periodismo? ¿Cuál es la labor del periodista? ¿Por qué he elegido esa vida? Determinismo puro, como recién lo aprendí en una de mis clases. ¿Por qué asignarle causas a algo que tal vez no las tiene? ¿Por qué creer que mis días se acortarán por el mero hecho de mi futura profesión? ¿Por qué los porqués?

Desde que elegí este camino, por allá del invierno de 2012, visualicé que la historia sería distinta para mí. No la historia que leemos o la historia que yo creo, sino la historia que veo, que percibo. Un periodista cumple con una función más profunda que la que se le asigna en el pensamiento colectivo. Mi futuro ejercicio traspasará las funciones informativas para ser la vía en que narre hechos cual cuenta cuentos, habré pues de refugiarme en mis pasatiempos líricos para darle un sello a todo cuando describa a la comunidad.

Puede que para ustedes, lectores queridos, este sea el sueño de mi consciente y hasta cierto grado, puede que esta sea una de esas utopías que construyo pero, el primer resplandor matutino define mucho del resto del día por vivir. Y ha sido así, pues el primer acercamiento que he tenido me llenó de convicción y ambición positiva de cara a los retos que me inundarán y que seguro estoy, a mis colegas también.

El cobijo diurno de los horarios semanales puede que agote la energía del músculo, pero será irónicamente el alimento del espíritu. Y es que, el periodismo a partir de hoy deja de ser un "área de énfasis" y se torna en mi digna labor de sustento, mutará con la mera intención de que cumpla lo que en su momento eran bizarros sueños y hoy son claros objetivos que prontamente y, con el favor de la Divinidad, he de cumplir.

Que toda esta serie de pasiones se torne en razones y, más importante aún, que estas razones me acompañen en mi presente y futuro cercano, y lejano. Hasta la próxima entrada.

martes, 2 de agosto de 2016

Antes del Día Cero.

Las vacaciones son para muchos una forma de salir de casa, preparar las maletas y viajar a lugares que lucen paradisíacos o simplemente, que no están al alcance de la rutina.
Para quien les escribe, eso no representan las vacaciones.
Ese descanso me parece lo más fugaz y cruel que un sistema puede hacerle a un humano como yo. Es obvio que todos merecemos ese tiempo de esparcimiento pero, cuando no gozas de la fortuna que un viaje representa, cuando no gozas de la fortuna que una plataforma como "Netflix" entrega, el verano se vuelve muy tedioso.

Tuve pues, que recurrir a lo que en su  momento me inculcó mi Madre: leer, pensar, parecer normal sin precisamente serlo. Y fue en ese tortuoso periodo que retomé un sendero olvidado entre consolas de videojuegos y programación basura de la televisión. ¡Había olvidado ya lo confortante que me resultaba sumergirme en ese espacio de papel y tinta!

No voy a salir con la patraña absurda de que soy un vivaz y fiero lector pero, creo que si puedo "jactarme" de cuánto disfruto el aroma de un texto que me logra seducir por sus puntos y comas, por sus tildes o tipografía; por lo que inyectan en nuestra mente y espíritu. Es esa la mortal pero amada sensación que tienen las letras que narran historias, al menos para su servidor.

He escuchado en múltiples ocasiones que, quienes escriben mueren de hambre y viven sólo de dramas, tinta e historias inventadas pero, hoy asumo que quienes escriben en realidad viven de emociones, de fantasía, de sueños y pesadillas macabras. Hoy concluyo que, quienes escriben están más vivos que quienes sólo existen, y que las historias que nos comparten, tienen tanta vida como las ardientes mentes y manos que las crean.

Así inició mi aventura, la nueva ruta que me ha traído de la mano de historias y palabras nuevas a este espacio, uno en donde la cordura no nos atará, uno en donde los intervalos racionales puede que no existan más.

Un error en la matrix. Vol. I

 ¿El día? Puede ser cualquiera, digamos que en esta ocasión el calendario marcaba un martes. La tarde era tibia, sin muchos reflectores más ...