viernes, 31 de marzo de 2017

¡La Garza del Agua!

Viví un día poco usual, atípico. Un día que en el entorno no parecía ser diferente a los pasados. Las pesadillas de esta madrugada me alcanzaron a las 3:25 y no me soltaron hasta que mi alarma finalmente sonó para llevarme hacia el baño a tomar una ducha. Tras un desayuno ligero y un presuroso viaje por algunas calles del centro de mi ciudad, llegamos al punto de encuentro.
Casi cuatro años en mi casa de estudios se resumieron a este momento: una multitudinaria toma de protesta. No suelo ser muy partidario de la política y los eventos llenos de mares de gente, puedo decir abiertamente que detesto verme rodeado de desconocidos que luchan y se empujan entre el agobiante calor de sus cuerpos sudorosos y el bochorno de la Bella Airosa.

Pero hoy, esta misma mañana, las cosas fueron peculiares. El entorno entero no era igual a cualquier otro ambiente experimentado. Viraba a mi diestra y a mi siniestra y sólo hallaba mantas, playeras, gorras, globos y banderines, y todos aclamaban al caudillo; a la Garza Mayor de renovadas alas plateadas. No, no se confundan, no estoy adulando al nuevo Rector de mi alma mater. Más bien estoy adornando el día más universitario que he vivido y, qué mejor que sentirlo en mi último año aquí, meses antes de volver al antiquísimo edificio de amarillentas paredes que reina en la calle de Abasolo.

Ver a tantas personas gritando "Goyas" y "Managuas", agitando sus brazos y tolerando el infernal clima árido, me llenó de una paz y orgullo que no sentía hace mucho... ¡Vaya! No lo había sentido por lo menos en lo que respecta a mis años en la licenciatura. Hoy no fui sólo el estudiante de comunicación que juega a ser periodista, hoy fui el hombre de veintitantos de edad, que con una cámara en mano y un cuerpo cansado se dispuso a perseguir al Maestro Adolfo Pontigo Loyola por buena parte del centro de Pachuca, con el fin de confirmar que la identidad y sentido de pertenencia a una Casa de Estudios es algo que ocurre una vez en la vida y que dura para toda la vida.

Se que hay muchos defectos en quienes dirigen nuestros destinos, eso es obvio porque, ¿quién diablos es perfecto? Se que hay cosas que no se hacen y que deberían hacerse pero, ¿por qué enfocarse en el mal y no en las intenciones encaminadas al bien?  Hoy viví una versión moderna y noble de una suerte de viacrucis en fechas santas, en plena cuaresma. Hoy un caudillo se erigió y estrechó la mano de todos quienes se lo solicitaron. Caminó y gritó como un muchacho más de cualquier preparatoria o instituto.
Hoy sentí cómo una garza plateada me tomaba en su pico y me hacía volar por todo el estado que me ha alojado los meses más recientes.
Hoy, entre calles atiborradas de juventud y porras, pude finalmente sentir esa pertenencia que pedí durante mucho tiempo y que una vez anidada en mí, permanecerá el resto de mis días. Permanecerá la búsqueda de la excelencia que mi Universidad me ha motivado a buscar y, permanecerá el orgullo de ser miembro de la familia que las garzas resguardan.

Un error en la matrix. Vol. I

 ¿El día? Puede ser cualquiera, digamos que en esta ocasión el calendario marcaba un martes. La tarde era tibia, sin muchos reflectores más ...